domingo, 2 de agosto de 2009

LITERATURA

De 1810 a 1879 Dentro del panorama de las literaturas de Hispanoamérica, el origen de la argentina carece de los rasgos amerindios que distinguen, por ejemplo, a las de México y el Perú. Los primeros registros son crónicas de viajeros extranjeros. Luis de Tejeda es el primer poeta argentino. Las letras de la época colonial o virreinal crecen al amparo del fervor independentista: Vicente López y Planes, Pantaleón Rivarola y Esteban de Luca. Aparece la obra El gaucho Martín Fierro, de José Hernández, representativo del sentimiento y el carácter nacionales. Se rompe con la tradición española, en favor del romanticismo francés, esto permite que Esteban Echeverría sea el creador del primer cuento local y realista: El matadero, y del poema La cautiva, donde el escenario de la pampa es primordial. Germina una literatura de madurez intelectual y política.
A mediados del siglo XIX José Mármol publica la primera novela argentina Amalia. Mientras la poesía decrece su espíritu combativo y se vuelve hacia lo anecdótico y sentimental: Carlos Guido y Spano y Ricardo Gutiérrez, las crónicas costumbristas: Vicente Fidel López, Lucio V. Mansilla y Juana Manuela Gorriti y las históricas: Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento, testimonian el sentimiento de la organización nacional.
De 1880 a 1900 La generación de 1880, traza teórica y metódica de una literatura con señales propias, acentúa la coloración europeizante y la primacía cultural de Buenos Aires por antonomasia.

Hacia final de siglo, de la mano y la letra de Rubén Darío, surge el MODERNISMO. Preciosismo y simbolismo resumen la nueva estética, la que dará la voz más alta de la poesía argentina contemporánea: Leopoldo Lugones, a quien se debe, asimismo, el primer cuento de ciencia ficción en nuestra literatura. Lugones es el paradigma que cesura en dos campos la literatura argentina.

De 1900 a 1940 La primera generación consolidada dentro de la literatura argentina es, sin duda, la de los MARTINFIERRISTAS. El movimiento aporta una doctrina intelectual en la que confluyen sendas corrientes representativas: la de Florida, adscripta al ultraísmo con Oliverio Girondo, Jorge Luis Borges,Leopoldo Marechal y Macedonio Fernández y la de Boedo, impresionada por el realismo ruso con Raúl González Tuñón, César Tiempo y Elías Catelnuovo. De todos ellos, sobrevive Ricardo E. Molinari, de estilo clásico, lírica y preciosista.


De 1940 a 1960 La GENERACION DE 1940 se centra en la poesía, donde desarrolla lo descriptivo, lo nostálgico y lo memorioso con Vicente Barbieri, Olga Orozco, León Benarós y Alfonso Sola Gonzáles. Los narradores se alinearon en el idealismo: María Granata, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar y Manuel Mujica Láinez y el realismo: Ernesto L. Castro, Ernesto Sábato y Abelardo Arias con algunos toques urbanos y costumbristas: Joaquín Gómez Bas y Roger Plá. No abundan los ensayistas: Antonio Pagés Larraya, Emilio Carilla y Luis Soler Cañas.
Hacia 1950 surge otro hito: el NEOHUMANISMO, que es una respuesta al nuevo estado del pensamiento de postguerra. En un andarivel corren los vanguardistas: Raúl Gustavo Aguirre, Edgar Bayley y Julio Llinás; en otro, los existenciarios: José Isaacson, Julio Arístides y Miguel Ángel Viola; más allá, quienes concilian ambas tendencias con un soporte regionalista: Alfredo Veirabé, Jaime Dávalos y Alejandro Nicotra.
De 1960 a 1990 Nueva cesura generacional en 1960. Las influencias son heterogéneas: Sartre, Camus, Eluard; algunos españoles, como Celaya; y connacionales como Borges, Arlt, Cortázar y Marechal.
Los años setenta son oscuros para la creación intelectual. El signo de la época es el exilio: Juan Gelman y Antonio Di Benedetto o la muerte: Roberto Santoro y Harolodo Conti. Algunos poetas: Agustín Tavitiány Antonio Aliberti, narradores: Osvaldo Sorianoy Fernando Sorrentino y ensayistas: Ricardo Herreray María Rosa Lojo sobresalen entre las vicisitudes y renuevan el campo de las ideas éticas y estéticas. Nuevamente son sus referentes Eluard, Eliot, Montale y Neruda.
La década actual de los noventa señala el reencuentro de los sobrevivientes de las distintas generaciones, en una coalición intelectual de revisión de valores y textos, frente a un final de siglo enigmático pero esperanzado.

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